Terroir - Luigi Bosca

Blends de terroir: La sofisticación de la geografía en cada botella

El mundo del vino se nutre de múltiples factores que definen su carácter. Entre ellos, el terroir emerge como una de las piedras angulares, refiriéndose al conjunto intrincado de elementos ambientales y humanos que influyen en la vid y, consecuentemente, en el perfil del vino. Desde la composición del suelo hasta la altitud, pasando por la exposición solar, la latitud, la presencia de vientos y el manejo vitícola, cada detalle contribuye a la huella dactilar de un viñedo. En este contexto, los blends de terroir representan una de las expresiones más sofisticadas y complejas de la vitivinicultura moderna, especialmente en Argentina.

¿Qué es el terroir y cómo se manifiesta?

El concepto de terroir es una amalgama de factores naturales y culturales. Geográficamente, abarca la geología y composición del suelo (arcilla, limo, arena, calcáreo, rocas), que impactan en el drenaje y la nutrición de la planta. El clima es crucial, determinando la temperatura promedio, las precipitaciones, las horas de sol y las amplitudes térmicas diarias y estacionales. En Argentina, la altitud es un factor distintivo, con viñedos que superan los 3.000 metros sobre el nivel del mar en el Noroeste, lo que genera una intensa radiación UV y marcadas amplitudes térmicas. A estos factores se suman los elementos biológicos (microorganismos del suelo, flora y fauna) y la intervención humana a lo largo del tiempo, con técnicas de cultivo y vinificación heredadas y adaptadas.

La lógica de los blends de terroir

Mientras que los vinos de un único viñedo (single vineyard) buscan expresar la singularidad de un sitio específico, los blends de terroir persiguen un objetivo diferente: alcanzar una complejidad, equilibrio y consistencia que un solo origen no podría ofrecer por sí mismo. La premisa es simple pero poderosa: combinar uvas de diferentes terruños para que cada una aporte sus cualidades distintivas al corte final.

Por ejemplo, un Malbec de Gualtallary (Valle de Uco, Mendoza) puede ofrecer acidez vibrante y notas florales, mientras que un Malbec de Luján de Cuyo podría sumar cuerpo, dulzura y taninos más amables. Al fusionar ambos, el enólogo busca una sinergia que eleve la expresión final del vino. Esta práctica permite a las bodegas mitigar las variaciones de una cosecha particular en un solo viñedo, mantener un estilo deseado a lo largo del tiempo o, simplemente, crear un perfil de sabor único que trascienda la individualidad de los orígenes.

Argentina: Un mosaico de terroirs y blends

Argentina, con su vasta extensión y diversidad geográfica, es un campo fértil para la experimentación con blends de terroir. Desde los suelos aluviales y pedregosos de Mendoza (Valle de Uco, Luján de Cuyo, Maipú) hasta las alturas extremas de Salta (Cafayate) y los valles patagónicos de Neuquén y Río Negro, cada región imprime un carácter particular a sus uvas.

Las bodegas argentinas han abrazado esta filosofía, creando vinos que son verdaderas composiciones geográficas. Un ejemplo notorio es el foco en los «Grandes Blends» que combinan la estructura del Malbec de distintas zonas, o los cortes con Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc que aportan diversidad aromática y tánica.

Ejemplos relevantes en el mercado argentino:

  • Zuccardi Polígonos del Valle de Uco Malbec: Si bien no es un blend de uvas, es un blend de terroirs del mismo varietal. Esta línea explora las diferencias de Malbec provenientes de distintos suelos dentro del Valle de Uco, como San Pablo, Paraje Altamira o Gualtallary, permitiendo apreciar la influencia del suelo en el mismo varietal.
  • Catena Zapata Nicasia Red Blend: Un clásico que combina Malbec de diferentes fincas y terroirs de la familia Catena, buscando una complejidad y balance superior.
  • Susana Balbo Signature Malbec Limited Edition Blend: Vinos que suelen ensamblar Malbec de diversas parcelas, resaltando la expresión de distintos terroirs dentro de la misma región.

La creación de un blend de terroir es un arte que requiere un profundo conocimiento de los viñedos, la interacción de las variedades con sus suelos y climas, y una visión clara del perfil de vino deseado. El resultado son productos de gran complejidad y riqueza, que ofrecen al consumidor una experiencia que va más allá de la cepa, adentrándose en la esencia geográfica de cada botella.

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