Lúpulo en El Bolsón - Flor de lúpulo. Imagen: Pixabay.

Breve reseña histórica del cultivo del lúpulo en El Bolsón

Por Juan D. Matamala*. A principios de siglo el fértil valle de El Bolsón albergaba una fuerte corriente migratoria chilena que se venía asentando, con suerte diversa, desde el año 1883. Al comienzo los chilenos se acercaban a la fertilidad de estos valles con la intención de engordar sus animales vacunos y yeguarizos y luego volvían a su lugar de origen. Muchos de ellos ignoraban a quién pertenecía la tierra en la que pastoreaban, ya que recién en 1902 se expidió la Comisión de Límites, que, con el arbitraje de la Corona Británica había dirimido la cuestión de limítrofe. A partir de 1887 ya se puede considerar que hubo una intención de colonización de chilenos en estos valles al realizar los ciclos de la siembra. Construyeron los precarios galpones, los incipientes corrales y sus huertas familiares. Entre sus enseres campesinos viajaron también las semillas de plantas exóticas.

Otto Tipp, alemán y cervecero

Muchos alemanes emigrados a Chile cruzaron también la frontera imaginaria y se instalaron en la zona de El Bolsón. La familia Hube, Müller o Tipp son algunos de los nombres de pioneros de ese origen. Don Otto Tipp adquirió tierras a la vera de lo que es hoy la Ruta 40 Sur, hacia Esquel, sobre las primeras estribaciones de Villa Turismo. Luego vendió esa tierra a un inmigrante español, también venido de Chile, Don Antonio Merino. Otto Tipp debe haber traído los primeros bulbos de lúpulo a la región. En principio la enredadera se usaba para sombrear las galerías de las antiguas casonas o de simple cerco para las huertas familiares. Pero le cupo a este alemán el haber sido el primero en utilizarla para la fabricación casera de cerveza.

Se discute también la posibilidad que el lúpulo haya sido introducido en la Patagonia por la migración de los galeses que se asentaron en el Valle del Chubut. Pero de hecho, no hubo inmigrantes galeses que se hayan quedado por aquí ya que se movilizaban como colonias o grupos.

Durante años Tipp fabricaba, en enormes barriles de 300 o 200 litros, grandes cantidades de cerveza en cuya elaboración utilizaba las flores del lúpulo. Cuando la rubia bebida estaba lista, dicen los memoriosos, Otto levantaba en un improvisado mástil ubicado en las alturas de la loma cercana, una bandera blanca. Era la señal esperada por los vecinos para acercarse a la casa y darse a beber la cerveza casera de Don Otto.

El ritual repetido a lo largo de los años quedó grabado en la memoria de los viejos pobladores del Valle bolsonés.

Una vez que Tipp vendió su tierra a Don Antonio Merino, al poco tiempo, se fue de la localidad.

El lúpulo, mantenido hasta ese entonces en los límites de la casa, se propagó con libertad. Algunos vecinos lo llevaron a sus casas para darle usos ornamentales. En esa proliferación descontrolada, el lúpulo encontró en el clima de estos valles el hábitat natural para su desarrollo. Pasarían muchos años para que un inmigrante croata descubriera el potencial económico que se ocultaba en el lugar.

Otto Tipp, presidente de la República de El Bolsón

Un hecho curioso vinculado a la cerveza quedó plasmado en la increíble creación de la República de El Bolsón.

Los parroquianos se reunían a beber cerveza en el domicilio de Otto Tipp y no se iban hasta dar por terminada la existencia de la rubia bebida. Esta ingesta duraba varios días con jolgorios, riñas, abrazos etílicos y todo lo que despertaba el alcohol.

Es así que cierta tarde de borrachera los invitados comenzaron a  filosofar sobre la política. Se preguntaron en primer término quién se encargaba de velar por la salud, la educación o la simple seguridad de los ciudadanos. Habida cuenta que la mayoría de los habitantes eran de origen chileno, ellos percibían que de ese país no provenía ningún interés en saber sus necesidades.

Desde el lado argentino sólo había una escuela. La frontera se delimitó en 1902 y se tardó un tiempo prudencial en bajarla efectivamente a tierra con la colocación de los hitos en el sinuoso recorrido de la misma. Argentina tampoco mostraba signos de interesarse por esta porción de territorio.

Aquel atardecer se toma la decisión de que, vista la situación de soledad y la carencia de autoridad en la zona, por unanimidad, declarar “La República de El Bolsón”.

Como es obvio, fue elegido Presidente Don Otto Tipp, el dueño de la cerveza. Tuvo ministros y secretarios que se encargarían de difundir las noticias a los estados colindantes: Chile y Argentina. Esta acción no se alcanzó a llevar a cabo ya que el Estado argentino fue alertado de la situación y creó una Policía ad hoc para hacer desistir a los republicanos.

La Policía Fronteriza fue creada ese mismo año y a su frente se puso a un temible Mayor del Ejército Prusiano: Don Mateo Ghebart. Su función, entre otras, fue apersonarse ante el Presidente y hacerle saber que la tal República no podía existir ya que estaba en territorio argentino.

Ghebart llegó a los pocos meses y mantuvo una reservada reunión con el Presidente y sus Ministros y, al poco tiempo, la República desapareció. Años después Otto se volvió a Chile y no se supo más de su pintoresca investidura presidencial.

Hechos que permanecen en el imaginario popular y que se debaten entre el mito, la leyenda y la realidad.

Tal vez la rauda propagación de las fábricas de cerveza en la zona obedezcan a alguna secreta norma dictada por aquel presidente y rescatada del olvido para hacerla revivir por aquí nuevamente.

Leopoldo Léskovar y Antonio Sinijoj: la primera plantación

La empresa Maltería y Cervecería Quilmes hacía años que venía experimentando en distintos sitios de la geografía argentina en la búsqueda del lugar adecuado para encarar el cultivo intensivo del lúpulo.

Para esa tarea había destacado a un profesional, doctorado en la Universidad de Florencia, nacido en un pueblo llamado Zalec, (Eslovenia), en donde se cultivaba desde siempre el lúpulo. Ese hombre se llamaba Leopoldo Léskovar y su nombre va a quedar para siempre vinculado a la actividad lupulera argentina y regional. Las pruebas piloto para el cultivo de la enredadera se hicieron en la zona de Nicolás Otamendi, en las cercanías de Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires, pero el intento fracasó. Similares sembradíos  se hicieron en Sierra de la Ventana y Mendoza con resultados poco satisfactorios. Léskovar recala finalmente en la zona del Alto Valle Rionegrino en busca del lugar adecuado en donde implantar un lupular que produjera rindes adecuados a las necesidades de la empresa que lo había contratado. Allí se contacta con Antonio Sinijoj, inmigrante esloveno, que poseía una gran plantación de peras, manzanas y cerezas. Rápidamente lo convence de los beneficios del lupular y Sinijoj arranca varias hectáreas de plantaciones de frutales e inicia la primera experiencia en suelo rionegrino. Los resultados fueron buenos y para su instalación Quilmes le facilitó los bulbos, maquinaria y algún préstamo para financiar los primeros tiempos.

“El lúpulo bolsonés crecía por todas partes…”

Léskovar, en su permanente búsqueda del sitio ideal, viaja a la zona de la Comarca Andina del Paralelo 42 alrededor del año 1956. En ese viaje tuvo oportunidad de ver con sus propios ojos que el lúpulo en El Bolsón y en la zona crecía pródigamente por todas partes y en forma salvaje y sin cuidados. Esto lo entusiasmó. Antonio Sinijoj había adquirido en la zona de Lago Puelo una chacra ese año. Según cuenta su hijo, Wladimiro, “mi padre había comprado la chacra perteneciente a un maestro pionero de la zona, Don Remigio Nogués. En el galpón viejo, en la que antes funcionaba la escuela, había una antena sobre la que se enroscaba una robusta planta de lúpulo”. Convencido luego por Léskovar, se decide iniciar allí la primera plantación y se comienza con 40 hectáreas. Sinijoj tenía una suerte de administrador-capataz en esa chacra, un coterráneo suyo, Luis Bavdaz (léase Baudash) quien se encargó de cuidar las plantaciones realizadas por Antonio y Wladimiro Sinijoj, aunque bajo la supervisión de Léskovar.

Bavdaz relató que las hectáreas adquiridas fueron 147, cuarenta de las cuales se destinaron a lúpulo y el resto a frutales, huerta y cría de ganado vacuno.

La empresa Quilmes financió la compra de maquinaria para poder encarar semejante emprendimiento. Se adquirió una cosechadora de origen inglés marca BRUFF, la que cosechaba un promedio de 25 plantas por minuto. Era una máquina mediana y un tanto lerda. Pero, a partir de ese momento, se comienza con una paulatina y sostenida sofisticación técnica.

Se considera, entonces, a la familia Sinijoj como los pioneros en el cultivo a niveles industriales de lúpulo en la región.

La plantación inicial se hizo en 1957 y se implantó la variedad Spalt Verde.

Vojteh y Frank Budinek

En 1958 la familia de Vojteh Budinek, un esloveno nacido en Kranjska Gora, adquiere una chacra de alrededor de 110 hectáreas en la zona de Mallín Ahogado, a unos 15 kilómetros de El Bolsón. Inmediatamente se interesa por el cultivo del lúpulo y comienza con una plantación de 2 hectáreas. Esta familia, compuesta por el padre, Vojteh Budinek, su esposa Danica y sus hijos Franck, Magda, Danica y Olga inicia la actividad como complemento de la explotación agrícola y maderera.

La variedad implantada a instancias de su paisano Léskovar, fue la Spalt Verde. En la actualidad, este establecimiento llamado Triglav, tiene una plantación de 15 hectáreas y ha logrado un importante crecimiento en maquinaria.

Hoy es uno de los pocos productores —de los pioneros— que continúa con la actividad, ya que Sinigoj, Rizza, Cerieldín y Sa Pereira, que tuvieron cultivos similares, dejaron la actividad.

Alush Rizza

Este inmigrante albanés poseía una chacra a escasos metros de la familia Budinek y, casi en forma simultánea inicia la explotación lupulera. En el comienzo sembró dos hectáreas en 1958 y también explotaba simultáneamente la faz agrícola-ganadera y maderera. Su establecimiento llamado «San Roque» fue uno de los más completos, ya que poseía cosechadora, peletizadora, envasado al vacío, etcétera.

Un vecino de Don Alush Rizza fue Eduardo Sa Pereira, que también intentó el cultivo de lúpulo en Mallín Ahogado pero luego vendió su tierra a Rizza.

La familia Vega Olmos

Esta familia fue otra de los que desarrollaron cultivos en la zona de Lago Puelo, al igual que Hamdem Cerieldín. Por algún motivo migraron de la zona y el cultivo no se explotó más.

En su momento fueron acreditados productores de la Comarca Andina.

El lúpulo hoy

El cultivo del lúpulo ha crecido en cantidad de productores en distintas zonas de la Comarca Andina del Paralelo 42 como El Hoyo, Lago Puelo, Epuyén y en el Valle cultivable de El Bolsón.

El manejo de costos y precios variables que tiene este fruto lo hace una inversión riesgosa ya que inciden diversos factores en su comercialización.

El precio internacional es fluctuante y los gustos de los industriales cerveceros cambia por épocas, pero lo que no se puede cambiar es la variedad de las plantas con la misma rapidez, con lo que nunca se sabe a ciencia cierta cuál será la demanda en cada año.

La empresa Quilmes es la mayor compradora de estos cultivos y tal vez sea la que regula el mercado.

Los rendimientos óptimos por hectárea varían de acuerdo a las variedades, pero se considera que 2.500 kilos por hectárea es un rinde óptimo.

El precio por kilo es fluctuante y muchos creen que es excesivamente redituable, con lo que se crean algunos mitos sobre su rentabilidad, que, cuando se contrasta con los gastos de instalación, abonos, químicos, maquinaria, infraestructura (secaderos), personal y otros gastos, hacen que algunos soñadores tropiecen duramente con la realidad.

El cultivo seguirá siendo un sello identificatorio de El Bolsón y la zona. Lúpulo es sinónimo de buena cerveza y tal vez por esto, en los últimos años, ha nacido innumerable cantidad de fábricas artesanales de cerveza casera que están adquiriendo buenos réditos económicos por su  calidad de elaboración.

El gasto de lúpulo de estas fábricas es mínimo, tanto que casi no se los toma en cuenta como consumidores del amargo fruto, frente a los millones de litros que se elaboran en forma industrial en el país y en algunos países a los que se exporta, como Estados Unidos, Brasil, Alemania y otros.

*Autor: Lic. Juan D. Matamala – Correo electrónico: [email protected]. Reproducido con permiso del autor. 


jdmJuan Domingo Matamala es un escritor experto en la historia, mitos y cultura del Valle de El Bolsón. Entre sus obras, orientadas a recoger la memoria oral de esta región, se encuentran El Bolsón, como yo lo conocí; El Bolsón, historia y toponimia; El embrujo de El Bolsón; El Bolsón, historias del paraíso; El Bolsón, testimonios; Historia del periodismo en El Bolsón; Libro de notas a mano; y su más reciente Mitos y Leyendas de El Bolsón, publicado en 2010.

Además de escritor, Juan Domingo Matamala es docente, periodista y locutor, y es licenciado en Letras Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.

Flor de lúpulo. Imagen: Pixabay.

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