La era de las latas
A diferencia de mercados como el de Estados Unidos, donde la presencia de latas en la cerveza artesanal supera el 17 por ciento, en Argentina es completamente excepcional encontrar este tipo de envases fuera de la oferta industrial.
La gran mayoría de los aficionados a las cervezas artesanales y premium podrían asegurar que no existen firmas argentinas comercializando sus productos en latas, un envase por demás común cuando se trata de las grandes cerveceras. Estarían ligeramente equivocados —ya que sí existe una microcervecería argentina que ha incursionado en este formato—, pero no por mucho. La realidad es que, para más del 99,9 por ciento de los pequeños productores argentinos, esto es aún un proyecto, en el mejor de los casos.
¿El mejor envase?
De acuerdo con distintos expertos, las latas de aluminio presentan grandes ventajas para el sector cervecero. Bruna Resano, Especialista de Marketing de Ball Corporation —proveedor internacional de envases y único productor en Argentina de latas de aluminio— apunta que “es, sin duda, el mejor envase para la cerveza, sobre todo cuando se trata de artesanal, en la que la calidad del producto final es crítica. La lata, además de congelarse más rápido y ser 100 por ciento reciclable, también protege mucho mejor la bebida, ya que evita la incidencia de la luz y el aire, que son enemigos de la cerveza, manteniendo así todas las características de cada producto”.
Para Marcelo Braga, fundador de la microcervecería pampeana Nuevo Origen, además de los beneficios en la calidad del producto —entre los que destaca el sistema de cierre de las latas que evita la oxidación—, las latas son económicas, reciclables, más fáciles de transportar y enfriar, livianas. Pero además, Braga agrega el factor comercial: “la presencia en góndola, la tangibilización que suponen, su llegada al público, el fortalecimiento de una marca. Así como la botella, la lata tiene grandes virtudes en el campo del marketing”.
Deseo latente
A pesar de las ventajas, la cerveza en lata aún está —con una excepción— fuera del alcance de las microcervecerías argentinas. Resano explica que el acceso a estos envases “es muy limitado para dichos mercados. Los lotes mínimos de los fabricantes de latas son más altos en comparación con los volúmenes en que se producen este tipo de cervezas. Por otro lado, los accesos a las líneas de envasado son bastante limitados también, debido a los bajos volúmenes de producción”. Sin embargo, remarca que “el deseo de las cervecerías artesanales de poder envasar cervezas en latas es algo que está latente. En este momento, dicha posibilidad se encuentra del lado de los fabricantes, para que encuentren las maneras acordes de satisfacer este mercado”.
En el mismo sentido va el testimonio de Jesica Espósito —del emprendimiento que elabora la cerveza de sorgo sin TACC Straus—, que refiere que consideró y descartó la producción en lata por cuestiones de escala y costos. “Vemos difícil la producción masiva artesanal en latas por cuestiones de que se necesita personal capacitado para operar las máquinas y los costos laborales son enormes. La gran mayoría de los cerveceros trabajan los dueños mismos en la producción y no tienen personal o tienen muy limitado. Lo veo factible más para empresas de «cerveza artesanal» como Patagonia o Antares, que cuentan con los recursos para implementar tal esquema de envasado”.
Braga, en tanto, cree que “estamos en un mercado relativamente nuevo, en constante desarrollo y con aún mucho campo que explorar. Durante años el acceso a los materiales y a la tecnología necesaria para el enlatado era de difícil acceso o a precios que hacían muy onerosa la comercialización de cervezas de esa forma. Hoy el asunto ha cambiado, y así como el mundo cada vez más se vuelca a este sistema de comercialización, estamos convencidos de que en Argentina será una de las grandes tendencias cerveceras de los próximos años”.
El costo de la lata es sin duda una de las principales barreras, principalmente en lo referente a la adquisición y operación de la línea de envasado. “Claramente es mayor al de la venta en barril. Pero actualmente, y conforme crece de tal manera la participación de la cerveza artesanal dentro del mercado general, puede ser una alternativa efectiva. Costosa, pero recuperable gracias al nuevo sistema de comercialización que plantean”, explica Braga, quien cree que la lata es lo que viene. “En Nuevo Origen, de hecho, estamos trabajando en la idea, aprovechando que nuestras etiquetas son muy vistosas para enlatar”. Vale recordar que Nuevo Origen recientemente inauguró una nueva fábrica con una capacidad potencial de 70.000 litros mensuales.
Primeras latas en Argentina
La cordobesa Peñón del Águila se convirtió en julio del año pasado en la primer microcervecería en lanzar comercialmente su producto en lata al mercado local. Para ello, debió invertir nada menos que 150.000 dólares en el equipamiento necesario para el envasado. Actualmente, despacha aproximadamente unas 40.000 latas por mes, de una producción total de 60.000 litros.
Marcelo Roggio, director de Peñón del Águila, explica que vieron esta tendencia que se venía dando en Estados Unidos desde hace unos años, “donde las mejores cervecerías van tendiendo a la lata y al analizarlo descubrimos las ventajas que tiene. A esto, se sumó el incentivo extra de ser los primeros en elegir este envase”. Respecto a los costos en comparación con la botella, explica que “no existe una gran diferencia en el costo unitario, pero que la lata exige un volumen importante por las cantidades mínimas de impresión”. Vale aclarar que Peñón del Águila compra las latas a Ball Corporation.
Entre las ventajas que encontraron después de sus primeros despachos en lata, está evitar el etiquetado —ya que la lata viene impresa—, la excelente presentación estética, el menor costo logístico y la mejor calidad del producto final, gracias a su mejor conservación.
Frente al lanzamiento, la respuesta del consumidor fue, en palabras de Roggio, “Muy buena por suerte. Teníamos el resquemor del prejuicio existente, pero afortunadamente esa barrera se derribó con facilidad y el consumidor se muestra receptivo al envase”.